NATURALEZA Y SENTIDO DE UNA LEY DE CULTURA
El espíritu de una ley debe conciliar la disciplina con la ductibilidad, con relación al pensamiento y a la conducta de la persona y de la comunidad. Esa persona/comunidad tiene que ser emisora y, a la vez, destinataria concreta el beneficio de una ley de cultura, con una lengua y un reservorio de valores específicos, en diálogo continuo con otras culturas en diversas escalas, consigo misma, con la región, con Latinoamérica y el mundo. El fin de una ley no esta en lo que dice taxativamente el texto sino en su adaptación al invidivuo y a la sociedad de la cual aquél forma parte. Por consiguiente, el sentido y la naturaleza de una instrumento legal de cultura comienza y recomienza incesantemente desde y para la condición humana.